Ubicada a 1.500 metros de Villa Sanagasta, rumbo a Huaco en La Rioja, hay una caverna en lo alto del cerro, con una gran
boca como entrada y unos 50 metros de profundidad; su piso exterior es de una increíble limpieza y su arena brilla reflejando el sol. Se afirma que las brujas riojanas llegan desde el Famatina a
Sanagasta y desde allí viajan a Salavina, Santiago del Estero, que sería el centro nacional de estas prácticas.
Salamanca: vocablo quechua que significa aquelarre, reunión de brujas, almas condenadas y seres demoníacos que se unen
para divertirse, bailar, beber, planear diversas maldades contra los seres humanos, renegando de todo precepto moral o religioso. El Zupay es el rey de la Salamanca y el que
preside las reuniones y sella los pactos de los hombres que acuden a él, en busca de la clave de la vida, la ciencia de la carne y los secretos del mal. La música que de allí proviene sirve de guía
para llegar hasta la entrada, pero no todos pueden ingresar. Esta superstición afirma que la Salamanca más importante es la de Sanagasta, sin embargo existen innumerables locaciones, todas ellas en
el hueco de algún monte o en cavernas apartadas donde la topografía las hace inaccesible.
Este antro secreto, conocido solo por los iniciados en las artes de la brujería, donde en las noches de los sábados se
reúnen hechiceros, adivinos y brujos (Calcus) en compañía de animales colaboradores y espíritus convocados con la finalidad de divertirse y planear actividades. Quienes afirman haber estado
allí lo describen como un recinto iluminado con lámparas de aceite humano y donde reina gran alboroto por los gritos y carcajadas de los concurrentes.
Allí se realizan conjuros y maldiciones, para poder ingresar se debe conocer la contraseña, sin la cual la entrada
permanece invisible, si por el contrario se conoce se ingresa al recinto pasando por una especie de laberinto tortuoso, sin amilanarse.
Entre otros se debe sortear el Arunco, con un chivo maloliente que a embestidas lo empujara hacia el interior.
Una enorme culebra colgante, amenazando de cuya boca rezuma baba sanguinolienta y finalmente con un Basilisco de ojo centelleante. Los adeptos no pueden revelar la entrada a la
Salamanca, a riesgo de tener que padecer un terrible castigo que se dicte contra ellos.
Se ha pretendido derivar el vocablo del Aimará salamanca que significa "piedra abajo" pero la mayoría
presume que tanto el mito como la denominación son de origen hispano y común en toda América del Sur, aún se mantiene en el noroeste Argentino y zona de la Puna, sur de Bolivia.
La Yacurmana
Deidad de raíces incaicas, también llamada Yacumana, Yacupamama, Mayumaman o Mayup Maman,
significando "Madre del agua", o "Agua que cae".
En La Rioja se encuentra muy difundida. En Chuquis, una cascada proveniente de la ladera del Velazco es consultada por los
vecinos a toda hora, ya que sus colores y cambiante espectáculo les indican los más variados vaticinios. En Solca se la describe como una viejecita vestida de blanco que aparece en un estanque entre
los cañaverales, al atardecer cambia de personalidad tornándose maléfica para cuidar que no se sequen las vertientes y conserven su cristalinidad.
En Santiago del Estero vive principalmente en el Río Dulce. Se la representa como una mujer rubia de cabello largo y
suelto que peina con un espinazo de pescado. Su mitad inferior casi siempre es descripta con forma de pez, es equivalente a la Sirena de la mitología griega.
Se cuenta que en sus grandes tinajas guarda la lluvia, y que anuncia a los hombres buenos la llegada de las crecientes y
la formación de bañados.
Para propiciarla, se rodea su aguada con un círculo de piedras, blancas o de colores vistosos. Existen también oraciones y
fórmulas mágicas que sólo manejan algunos iniciados en su culto, y con las que se fuerza sus favores.
No todo es bondad en ella, se cree que es peligroso bañarse en las aguas donde ella aparece y que suele atraer a los
jovenes hacia zonas profundas, de donde no vuelven.
Es el símbolo de la fuerza femenino, necesaria en la creación del universo y la vida; la manifestación de lo sagrado y lo
eterno. El hombre, enajenado por el embrujo de su hermosura se ha de perder en las aguas. Es el dominio de la divinidad sobre los tres mundos: el celestial, el terrenal y el submundo, y la
imposibilidad humana de alcanzar el poder divino celestial y eterno.
Carlos Villafuerte en "Voces y Costumbres de Catamarca" (1961), nos cuenta:
La "Madre del agua" es una bellísima mujer alta y de rubia cabellera que se hacía visible en el ignoto de
las quebradas y en las inaccesibles cumbres, acompañada de una corzuela (cérvido) en la cual cabalgaba. Todo su cuerpo era transparente, por lo que se creía hecha de nubes.
Un día un cazador persiguió a la corzuela hasta que se detuviera por cansancio y le atravesó el corazón de un flechazo, al
sentirse herida se lanzó al abismo estrellándose en las rocas. La "Madre del agua" lloró día y noche incansablemente. Sus ojos se convirtieron en fuentes de donde nacieron los ríos,
su hermosa cabellera en torrentes que lavaron la sangre de la infortunada corzuela cuyo cuerpo se transformó lentamente en un cristalino manantial.
La chaya riojana y el Pujllay
“La
Chaya” una variante del carnaval para algunos, el origen del carnaval para otros, le semblanza a nuestra querida “Pachamama” y el agradecimiento por los frutos cosechados de ella. Se trata de una
cultura muy arraigada en nuestro pueblo que viene desde siglos heredada de las raíces incas y diaguitas que habitaron esta zona en antaño. Cuenta la historia, que nuestros antepasados cuando llegaba febrero, para ellos el mes de la cosecha, danzaban y se embriagaban sacando de muy dentro de ellos aquello que
estuvo contenido en todo el año, en aquel momento se transformaban en otras personas y vestían ropas especiales, se animaban a hacer cosas nunca hechas y disfrutaban plenamente de los frutos
cosechados de la tierra (“Pachamama”) Madre Tierra.
Cuenta la leyenda que Chaya era una muy bella jovencita india, que se enamoró perdidamente del Pujllay, joven alegre, pícaro y mujeriego que ignoro los requerimientos
amorosos de la hermosa indiecita. Fue así como aquella, al no ser debidamente correspondida, se interno en el monte a llorar sus penas y desventuras amorosas, desapareciendo en el para, desde
entonces, solo retornar anualmente, hacia el mediado del verano, del brazo de la Diosa Luna (Quilla), en forma de rocío o fina lluvia. En tanto Pujllay sabiéndose culpable de la desaparición de
la joven india, sintió remordimiento y procedió a buscarla por todo el monte infructuosamente. Tiempo después, enterado el joven del regreso de la joven a la tribu con la luna de febrero, volvió
el también al lugar para continuar la búsqueda pero fue inútil. Allí, la gente que festejaba la anhelada cosecha, lo recibía con muecas de alegría; el por su parte, entre la algarabía de los
circunstantes, prosiguió la búsqueda y la indagación con profunda desesperación y resultado totalmente negativo. Por ello, derrotado, termino ahogando en chicha su soledad y su pasada fama de Don
Juan hasta que luego, ya muy ebrio, cae en un fogon y muere quemado, desde entonces que "Chaya" viene en Febrero año a año a apagar el fuego de "Pujllay". Desde entonces y para siempre, se festeja la chaya, cada año aparece el pujllay y muere al terminar el festejo y se lo entierra hasta el año que
viene.
El Mikilo
El duende que muchos riojanos dicen haber visto deambular por las
calles de la localidad de Chilecito se llama “Mikilo”, asusta desde la época de los diaguitas a los niños picarones que se escapan de sus casas a la hora de la siesta, y,
dicen, es un tramposo.
Hombrecillo de poncho y sombrero negro llevar, este pequeño ser fue
denunciado a la policía riojana por los apacibles habitantes de la también apacible Chilecito por andar posándose en las entradas de las casas de los lugareños y asustar a los
paseantes.
Mikilo suele engañar con su particular confección física a las
distraídas víctimas. Es que posee una mano de lana y la otra de hierro y ante la pregunta –que no da lugar a un no- sobre con cuál mano el ocasional atormentado quiere recibir un
golpe, Mikilo se abusa.
Si le responden que con la de lana, pues bien, recibe un golpe
durísimo; en tanto que si la víctima se decide por la de hierro, cosa que nunca sucede, obtiene un menor sacudón.
Sin embargo hay quienes dicen que no existe, que su presencia no es
cierta, que, en fin, es sólo producto de la fantasía pueblerina, aunque logre generalmente el cometido para el que se lo invoca: que los más pequeños se decidan por dormir la siesta.
La leyenda de la Laguna Brava
Su nombre y varias leyendas andinas atribuyen a esta Laguna una
bravura que ciertamente carece, "pero que de no aceptar la visita de extraños" –según cuentan arrieros y baqueanos de la zona- "reacciona provocando tormentas inesperadas".
Misteriosa fue generado por un avión Curtis Wriht C-46 que al
paralizarse sus motores sobrevolando la zona, aterriza forzosamente en el único lugar disponible: las adyacencias de la congelada laguna. La aeronave transportaba 8 yeguas preñadas de raza de
pura sangre desde Perú a Bs. As.; uno de los equinos que sufrió lesiones por lo que debió ser sacrificado (es el que aun se observa al costado del avión, conservado con la misma sal del lugar).
Otro de los animales logra escapar a pocas horas del episodio. Años más tarde, arrieros y cazadores aseguran haber divisado un animal chúcaro y embravecido de gran porte y revueltas crines rubias
en los faldeos cercanos, por eso, cuando algún caballo luce ágil y veloz en Vinchina o Villa Unión, no falte quien murmure: "Es de buena sangre, descendiente de la yegua perdida en La Laguna
Brava...".
Otro de los misterios giran en torno a una pequeña cruz y un montículo
de piedras que señala exactamente el sitio donde yace el "Destapado", un arriero - según algunos- ó un cuatrero -según otros- que fallece de frío en el lugar. La estructura ósea asoma a simple
vista y le dicen destapado porque si alguien cubre sus restos o tapa su tumba, al día siguiente amanece totalmente destapado.
Quienes visitan el Refugio de la Laguna Brava suelen orar frente él y
pedirle ayuda en su travesía por la cordillera riojana.
El área de la Laguna Brava está ubicada en el extremo NO de la
provincia de La Rioja en los departamentos de General Sarmiento (Vinchina) y General Lamadrid y cercana (65 km) a la localidad de Alto Jagüe.
Zupay
Simboliza el mal en todas sus manifestaciones, la adversidad, el dolor y la miseria.
Según la mitología, el diablo ha encarnado alguna vez en cuerpo de hermoso mancebo, apareciéndose en un rancho para tentar
a cierta mujer ingenua. En otra ocasión se ha mostrado como un gaucho rico y joven que visitó la selva en su caballo enjaezado de mágicos arreos.
Los nativos hablan igual del Duende, el enano travieso de la siesta, que recorre los senderos y asoma a la vecindad de los ranchos en busca de niños, que en algunos
tiempos le fueron necesarios por sus huesecitos y tiernas carnes, para los preparados de hechicería.
Zupay es, no sólo el monarca de aquellas espesuras, sino el centro de su mitología del mal. Él preside la Salamanca,
misteriosa caverna del bosque donde los hombres llegan a la posesión de las ciencias satánicas; él inicia a la bruja y otorga, sobre hipotecas del alma, extraordinarios poderes.
En Seres mitológicos argentinos, de Adolfo Colombres, leemos:
"Dos tradiciones se juntan para conformar el Súpay o Zúpay. Una de ellas arranca del Incario, donde fue reconocido como
principio o genio del mal que reinaba en el Supaihuasin, inframundo situado en el centro ígneo de la Tierra. Era la encarnación de los misterios selváticos y causante de los maleficios, pestes,
inundaciones, sequías y todo cuanto hiere la imaginación y horroriza. La otra vertiente fue la leyenda del origen oriental que en la Edad Media la Iglesia Católica convirtió en artículo de fe y
objeto de infinitas especulaciones teológicas, y los heresiarcas en el eje de complejas ceremonias y cultos esotéricos. Me refiero al Diablo, Demonio, Lucifer, Luzbel, o el Maligno, también llamado
entre nosotros Mandinga, Malo o Malu. Es el Señor de las Tinieblas, cuya lucha contra el bien se manifiesta en distintas clases de tentaciones que llevan todas a la caída. Es decir, a caer en sus
manos, lo que equivale a arder eternamente en el fuego del infierno, con el que tanto aterrorizaron los misioneros a los indígenas.
El Súpay es multiforme en su caracterización, porque la complejidad de la fuente europea lo presenta así, y también, en
nuestro caso, por su mismo origen mestizo. Entre nosotros parece preferir la forma humana, y especialmente la de un gaucho rico y apuesto que viste ropa fina y negra, con chiripá del mismo color.
Lleva puñal, espuelas y rebenque de plata y oro, monta un caballo azabache de largas crines que flotan en el viento y muy enjaezado. También hay veces en que viste un cuero de oveja, sombrero aludo y
una especie de túnica granadina, como el Súpay de Copacabana, en Santiago del Estero. Se presenta asimismo como un virtuoso payador que desafía a los más afamados practicantes del género (aunque en
más de una ocasión sale derrotado de tales contiendas), como un viejo sabio campesino o un negro rotoso y hercúleo. Es común en el folklore americano relacionar a los negros con el Diablo, como la
prueba que uno de sus nombres, Mandinga, designa a una etnia del África Occidental que fue bastante usada como sinónimo de negro. Lo curioso es que nunca se presente con la forma de un indio, acaso
por ser éste quien moldeó la leyenda.
Suele aparecerse asimismo con la forma de un animal conocido, o más comúnmente como un híbrido de macho cabrío y
hombre, con cuernos de chivatón, rostro de sátiro de larga pera y bigotes requemados, cuerpo muy velludo, piernas de chivo con impresionantes pezuñas y con una capa negra. A menudo se presenta
también como un remolino, y hasta como un árbol.
Sus apariciones vienen precedidas por un ruido como de trueno o explosión de arma de fuego, y se da en medio de una
llamarada que impregna el aire con un penetrante olor a azufre. Desaparece también entre una nube hedionda y amarillenta, tras cerrar trato con el hombre dispuesto a darle su alma a cambio de
riquezas, amores o habilidades, ser derrotado en una payada o rechazado enérgicamente por aquel al que pretende tentar.
Prefiere la noche de los martes y viernes, que es cuando todos los seres infernales salen a cometer maldades y celebrar
sus sangrientos y repugnantes ritos.
Su templo, entre nosotros, la Salamanca, gran cueva que se sitúa en la entraña de los cerros. En Santiago del Estero,
donde no hay grandes montañas, la Salamanca es una misteriosa caverna emplazada en lo más espeso del monte. Allí se dan cita las brujas, y también los alumnos de esa universidad de las tinieblas,
donde además de enseñarse la práctica de los maleficios que permiten arrastrar a las almas a su perdición, se instruye sobre toda suerte de arte, habilidad o destreza. Se sabe que más de un gaucho
vendió su alma no para conquistar a una bella muchacha que lo desprecia, sino tan sólo para aprender el arte de la guitarra y el canto, convertirse en un buen jinete o ganar siempre en la taba. Al
entrar, el neófito debe escupir un Cristo que se encuentra puesto cabeza abajo. En la Salamanca de Chilecito, según me refirió el pintor Pedro Molina, se exige también besarle el ano a un macho
cabrío y dejarse abrazar por una gran boa. Los animales del Súpay son los sapos y escuerzos, las víboras, los perros negros, los cerdos, los machos cabríos, las mulas, las lechuzas y los
quirquinchos. Sus cortesanas, las brujas, que no siempre son viejas horribles: las hay también jóvenes y bellas"
Para las actuales comunidades collas adopta formas diferentes según el sexo de la víctima. A las mujeres se les aparece
como un gaucho de negro en un caballo blanco con apero de plata. Se las lleva, las posee y después ya no pueden llevar una vida normal.
Ante los hombres se presenta como una mujer toda de verde, con la pollera y el rebozo bien bordados y un sombrero con
muchos flecos. Los posse y aturde, ya nunca podrán vivir tranquilos, se vuelven agresivos y actúan con otras personalidades.
Yastay
EL YASTAY
Conocido también como Llastay o Llajtay. Dios tutelar de las aves y protector de los animales
del cerro. Suele aparecer como un anciano de barba blanca portando un cetro y una flauta sosegando a las fieras con una suave melodía. Es el equivalente al Coquena de la Puna. Calza ojotas que son
como alas en sus pies, ya que le permiten subir y bajar los cerros con inverosímiles brincos. Puede tomar la forma de un joven o de alguno de los animales a los que protege, entonces será el animal
distinto de la manada, a quien se le pide permiso para cazar, dejándole una ofrenda entre piedras.
Se lo invoca para tener éxito en la cacería y no apunarse en los cerros. La ofrenda ritual consiste en
un "cocho", compuesto de harina de maíz tostada y polvo de algarroba negra o azúcar.
En algunas versiones, es un guanaco protector de las manadas que destaca por ser más
grande que los demás. Se dice que este guanaco es el jefe de todos y que aparece en los momentos menos esperados.
Es enemigo de los malos cazadores, aquellos que depredan la fauna
sin razón y matan a las crías. Si aparece ante ellos con la forma de un guanaco significa la muerte, ya que se sentirán compelidos a perseguirlo hasta caer en
un precipicio.
A veces se presenta con un rostro angelical y hace de guía en medio del desierto, cuando capta la bondad en quienes
se aproximan de manera tranquila y pacífica a la manada. En otras ocasiones desata toda su furia contra los cazadores mostrándose con una cabeza de demonio y lanzando lenguas de fuego por su boca y
nada puede detenerlo.
Hermano les silvestres.
EL CACHIRÚ
También se lo llama Cachurú.
Se lo representa con la forma de
un descomunal lechuzón de poderosas garras y agudo pico. Su plumaje es gris oscuro y ríspido, degradando en cerdas a la altura de las piernas. Sus ojos, enormes y fosforescentes, brillan como
hogueras en la sombra. Ésta luz y sus gritos agoreros son las únicas señales que denuncian su vuelo silencioso.
Se dice que puede alzar a un hombre por los aires o desgarrar su cuerpo en un santiamén. Pero prefiere arrebatarle el alma
en la hora de su muerte, para convertirla en un fantasma terrible.
Muy rara vez se lo oye o ve en campo abierto, su zona preferida son los tupidos montes de difícil acceso.
HUAYRA PUCA
En quechua "viento colorado".
Es la madre de Shulco, el Viento; prima hermana del Remolino y pariente del Rayo. Viene a ser la diosa o
espíritu del aire, Vive en las altas cumbres y en los profundos abismos cordilleranos.
Es un ser bicéfalo o tricéfalo. En un extremo de su cuerpo tiene una monstruosa cabeza de dragón, y en el otro una cabeza
de serpiente. También puede tener cabeza de guanaco en una punta, y de renacuajo en la otra. O ser su cabeza y cuello de guanaco, su cuerpo de avestruz y su cola de serpiente, en cuyo caso toma el
nombre de Tanga-tanga. Otras veces predomina lo antropomorfo, pues se dan monstruosas combinaciones con partes de distintos animales. También hay versiones que la pintan como una hermosa
mujer de cabellos negros, cubierta con un manto por lo general rojo, hecho con el polvo que recoge en algunos cerros y gargantas.
Según una versión, Huayra Puca puede hacer tanto el bien como el mal. Sus malos sentimientos se manifiestan cuando
destruye las cosechas y se afana por prolongar la sequía. Para conseguir esto último se traba en encarnizada lucha contra Puyuspa, el Nublado, su eterno enemigo, creador de la escasa
humedad ambiente de esas regiones. Pero otros no ven qué bien puede traer, siendo un ser casi antagónico a la tormenta. Recorre las llanuras absorbiendo la humedad de las plantas y secando la
garganta de los animales, que mugen lastimeramente. Vela el sol y barre las nubes. Se trataba de desviar su furia con aterradores gritos.
Se dice que le gusta coquear, y su chuspa está llena de hojas que arrebata a los arrieros de la mano mientras preparan
el acullico.
Al parecer Pachamama venció, aunque temporariamente, los instintos destructores de Huayra Puca, y por eso recibe ahora las
ofrendas que antes se destinaban a ésta, relegándola así al olvido.
Algunos la asocian con el viento zonda.
Pachamama
Encargada de propiciar la fertilidad en los campos. La Pacha Mama, es
un dios femenino, que produce, que engendra.
Para los quechuas, Madre tierra, deidad máxima de los cerros peruanos, bolivianos, y del noroeste
Argentino. Pacha es universo, mundo, tiempo, lugar, mientras que Mama es madre.
La palabra "pacha" designó en un principio sólo un tiempo o edad del mundo, un cosmos o universo, para
pasar luego a referirse a un lugar o espacio, y a la misma tierra generadora de la vida, ya como un símbolo de fecundidad.
La Pachamama es la madre de los cerros y los hombres; la que madura los frutos y multiplica el ganado, pudiendo conjurar
heladas y plagas y dar suerte en la caza.
Se la invoca también cuando sobrevienen ciertas enfermedades o se está de viaje, para no apunarse ni rezagarse en el
camino. Ayuda incluso a las tejedoras y alfareros a concluir bien sus obras artesanales.
Se la describe como una india de muy baja estatura, cabezona y de grandes pies, que lleva sombrero alón y calza enormes
ojotas. Vive en los cerros y a menudo la acompaña un perro negro muy bravo. La víbora es su lazo, y el quirquincho su cerdo. Carga a veces petacas de cuero llenas de oro y plata. Es celosa, rencorosa
y vengativa, pero si alguien le cae en gracia lo favorece. Cuando se enoja, manda el trueno y la tormenta.
Interviene en todos los actos de la cría. Se aparece con frecuencia a los paisanos para preguntarles qué andan haciendo
por los cerros. A otros los visita en sus chozas para agradecerles lo bien que han cuidado de su hacienda o el no haber matado a las crías de las vicuñas, animales que protege de un modo
especial.
Toda la naturaleza es el templo de la Pachamama, pero las apachetas (montículos artificiales de piedras)
conforman los centros principales de su culto.
La Saramama
Sara equivale a maíz
y mama a madre. El maíz era el alimento básico de toda América.
La Saramama era la divinidad femenina y en este carácter recibía un culto fálico, correspondiente a las virtudes genésicas
que se le atribuían.
Cada hogar poseía una Saramama que representaba la esencia espiritual del maíz y a la que se ofrecían plegarias y
sacrificios. A veces era una figura cubierta con mazorcas de maíz; otras simplemente un vaso modelado en forma de mazorca.
El culto correspondió a la época matriarcal y agrícola y sobrevivió a la unidad religiosa incásica, con su mayor o menor
pureza, según se alejara del centro del imperio
LA ZAPAM-ZUCUM
Esta divinidad es original del pueblo de Vichigasta (La Rioja).
La Zapam-Zucum fue caracterizada como una mujer morena, que aparece invariablemente desnuda, en la plenitud de su vigor,
de ojos y cabellos negros y voluminosos pechos que se mueven al caminar produciendo un sonido onomatopéyico del cual deriva su nombre.La Zapam-Zucum es la madre y providencia de los niños abandonados
y de los algarrobos. Ella se encarga de cuidar y amamantar a los niños en ausencia de sus madres; avivaba el fuego para orientar con su humo a los que se habían retirado demasiado.Es la gran
defensora de los algarrobos, ofrece sus frutos a la gente pobre y se complace con las fiestas sencillas que se celebran bajo sus sombras. Pero cuidado con aquel que dañe sus algarrobos, Zapam-Zucum
se vengará robando los hijos de quien lo hace.A veces se lo considera como un ser maléfico, según la versión de un arriero de la provincia argentina de Catamarca: "... la Zapan-Zucum es una
mujer de piel oscura, gigantesca y horriblemente fea, de pechos enormes y colgantes, que sorprende a los pastores y a los recolectores de las vainas de algarrobo durante los descansos que hacen bajo
ellos. Anuncia su presencia con gritos que imitan el ruido que hacen sus pechos al chocar entre sí cuando camina, y su mayor diversión es atrapar entre sus senos a todos los que no son
suficientemente rápidos para escapar, y llevárselos con rumbo desconocido, sin que nadie más los vuelva a ver...".
LA MAMAQUILLA
Era la hermana y esposa del dios Sol Inti. También conocida como Quilla, Illa, o Mama
Illa.
Representa a la Luna, y acompañaba a Inti en igualdad de rango en la corte celestial.
Madre del firmamento, marca las épocas de las cosechas, asumía la protección de todo el universo femenino.
A la diosa Mama Quilla estaba adscrito el fervor religioso de las mujeres, las que formaban el núcleo de sus fieles
seguidores, ya que nadie mejor que ella podía comprender sus deseos y temores, y darles el amparo buscado.
La plata se vinculó con la Luna, y en sus templos había objetos de ese metal.
En el décimo mes del calendario inca Coya Raimi (Setiembre), se llevaba a cabo una celebración en su
honor, un fiesta especial para las mujeres
EL CHIQUI
Duende maligno, de enojo fácil y terrible maldad, castiga con sequías y terremotos, distribuye las lluvias y los vientos a
su capricho. Es el símbolo de la fatalidad y la mala fortuna. Chiqui eran también los loros que en bandadas destruían los maizales.
Las fiestas en honor al Chiqui, eran una costumbre en los sectores áridos y montañosos de Catamarca y La Rioja, podemos
señalar los pueblos de San Blas de los Sauces, Pituil, Pueblo del Pantano, Pilciao, Machigasta, Aminga, Antinaco, Arauco, y Lorohuasi, todos ellos ubicados en pequeños oasis. Estuvieron relacionados
más con las plantas de maíz que estaban creciendo y para que no les falte agua oportuna, que con la recolección de la algarroba, aunque era necesario el calor del verano y el canto del coyuyo, una
especie de cigarra muy grande y ruidosa, para que maduren las vainas para hacer aloja y patay.
La cacería de animales salvajes, el baile, el canto, la competencia, los brindis reflejaban la forma andina prehispánica
de comprometer a la suerte adversa para que no castigue tanto.
El pájaro de chepes
Hace muchos años en las
calles del centro de chepes, encontraron un pájaro muy raro, tenia la cara de una persona, pero muy feo, al acercarse la gente a mirarlo, el pájaro intentaba atacarlos, los escupía y quería
escaparse.
Según los comentarios decían que era una bruja de chamical, que voló hasta chepes y no pudo volar a tiempo para transformarse en la mujer que era, fue bautizada como “el pájaro de chepes”, fue
traído hasta chamical, estuvo en los patios de la policía, querían estudiarlo pero escapo…
El niño que llora: En la ciudad de chamical, tras la defensa se escuchaba por las noches llorar a alguien, (decían que era un niño) y cuando la gente iba donde se lo
sentía y llegaban, el sonido se alejaba y se escuchaba por otra parte …
Algo muy parecido sucedió a principios de este año, 2009, en el cementerio de la localidad de Sanagasta, la
gente comento por una radio local que por las noches dentro de el cementerio se escuchaba el llanto de un niño, que lloraba incansablemente, la primera noche que sucedió vecinos del cementerio
llamaron a la policía local para que entraran al lugar y buscaran al niño, que algunos de ellos llegaron a pensar que lo habían olvidado dentro, sorpresa fue para los policías que al ingresar al
cementerio y tratar de llegar al llanto del niño no lo podían hacer, ya que el mismo nunca venia del mismo lugar, los policías salieron pálidos y asustados del cementerio, que no querían ingresar
de nuevo! Esto sucedió por varios días hasta que por ninguna razón, quizás, cesaron los llantos.
El petiso Cuenta dicha leyenda que un grupo de hombres dedicados al trabajo campestre recorrieron
la zona de la Aguadita (puesto en la provincia de La Rioja). En las escuras y frías noches se refugiaban en algunas casitas que se encontraban desocupadas. Un día como todos, llego la noche hacia mucho frío cuando se dirigían a dormir, escucharon unos gritos, tomaron sus escopetas y se dirigieron al lugar de donde
provenían los mismos, cuando de pronto por el camino se les apareció el Petiso, como ellos lo identificaron sus características eran: de estatura pequeña; su cara no era identificada, y con un
gran sombrero. Al ver este personaje, los hombres se quedaron inmóviles, sin habla…
El manto salpicado - Aguilar (José-Ángel Lalinde González)
1898. España sufría los últimos desgarros en su pasado colonial: Cuba y Filipinas se convirtieron en escenario de batallas y de muerte. Allí lucharon
también hombres de Aguilar, mientras sus familias esperaban impacientes noticias que difícilmente les llegaban.
Se cuenta que una anciana acudió a Gutur a pedir a la Virgen por los suyos que luchando estaban en la guerra de Cuba. Al llegar a la ermita se acercó al
camarín para palpar a la Virgen, como si de esta manera su oración pudiera resultar más eficaz, pues sus facultades visuales eran muy escasas, y comprobó, sorprendida, que la imagen
no estaba en su lugar.
Entristecida y preocupada, de regreso a Aguilar, se encontró con un grupo de buenas mujeres que llevaban el mismo fin. Ella les contó lo que sus manos
no pudieron palpar, mas las otras mujeres no dieron crédito a sus palabras y continuaron su camino. Llegadas a la ermita no encontraron nada anómalo y pudieron contemplar a la Señora
en su camarín.
Cuando esto conoció la anciana ciega quiso pensar que la Virgen se le había ocultado, que no la quería, y compungida lloraba su
desconsuelo.
Pero las espaciadas noticias llegaron desde Cuba en forma de carta y en ella los soldados contaban cómo antes y después de la batalla, extenuados y
sedientos invocaron el nombre de la Virgen de los Remedios para que refrescara sus labios. Una mujer, vestida de paisano, se les acercó con un cántaro a la cintura. Muchos bebieron de
él hasta saciarse sin que el recipiente se agotara. Cuando quisieron agradecer a la desconocida tan grande favor, ésta ya había desaparecido sin dejar rastro.
El grupo de mujeres que se cruzó con la anciana en el camino comentó, cuando esto conocieron, cómo observaron que el manto de la Virgen estaba
extrañamente salpicado de barro. Alguien, atrevidamente, quiso relacionar los hechos. Sólo la buena anciana recobró el sosiego, sus ojos dejaron de llorar y tubo la satisfacción de
saber que los suyos regresaron de Cuba tristes, por la pérdida de aquella isla para España, y satisfechos de poder reencontrarse con su pueblo.
Un día cualquiera, allá por el año del Señor de 1044, el rey don García sale de caza…...
Una perdiz voló de pronto y fue lanzado un ágil azor contra ella. La perdiz volaba y volaba sin ser alcanzada por la impetuosa ave de altanería. El rey
y sus sirvientes picaron espuelas y fueron por los caminos, entre robles y hayedos, siguiendo el vuelo de la valiente perdiz que de tal manera burlaba a la mejor de las aves cetreras
del monarca.
La perdiz, sintiendo cerca el ave enemiga, atravesó el río Najerilla y se metió por el profundo y umbrío boscaje que en la orilla occidental de ese río
había. El neblí seguía como una flecha a su presa y se vio a uno y a otro entrar en una cueva. Detrás llega el Rey y penetra también en la cueva en busca de las aves, avanza con
sigilo, cuándo percibe una extraña melodía…..
Al fin, en lo hondo de la cueva, el monarca encuentra una preciosa imagen de Nuestra Señora; a sus pies, una jarra con azucenas perfuma el ambiente,
arde una lámpara, descansa una campana silenciosa, y la perdiz y el azor se muestran serenos y reconciliados.
Sorprendido por un hallazgo de estas características que el rey tomó al instante como un favorable presagio, maduró la conquista de Calahorra, la cual
llevó a cabo al año siguiente con toda brillantez. Y tan profundo fue su agradecimiento a este favor que le había dispensado la Virgen que, con el botín capturado a sus enemigos,
decidió construir pegado a la cueva, y como una prolongación más de ésta, el más bello templo que vieron los siglos.
Un templo que se convertiría en lo sucesivo en centro de sus devociones e ilusiones. Lo elige como panteón real y en él instituye la Orden de la Jarra o
de la Terraza (la orden de caballería más antigua de toda España).
En Nájera, desde 1.969, se celebran anualmente unas representaciones teatrales con la finalidad de dar a conocer los hechos históricos alusivos a la Ciudad y al monasterio de Santa Maria la
Real.